Te aíslas en la
comida pensando que así conseguirás saciar el vacío que hay en ti. Comes,
comes, comes. No te cansas de hacerlo. Los bollos y el chocolate calman esa inmensa sed de felicidad que
tienes.
“Nadie te ama, a
nadie le importas, no vales para nada, gorda… " son las únicas palabras que tu
mente recita, lo único que piensas de ti misma.
No te quieres. Te
miras al espejo y no te reconoces. Extraña la persona que descubres en el
reflejo. No se parece nada a la niña delgada que una vez fuiste.
Te desesperas y
vuelves a comer, como un círculo vicioso. Uno de esos que nunca acaban,
infinitamente odiosos.
Llega un punto en el
que revientas, estallas y sin pensar lo que estás a punto de hacer te encierras
en el baño.
Lloras. Pero eso no te impide
abrir el “váter”. Tus dedos se alzan,
camino a la boca. Haces una pausa. No te lo puedes creer pero aun así continuas
mientras aparece en tu mente la foto que has visto de esas modelos con unos
cuerpos de cine.
Intentas controlarte pero sientes el impulso de seguir.
Lo haces.
Pero no acaba ahí. Lo repites los próximos días. Y en poco tiempo te
das cuenta de que es una adicción, casi como una droga.
Quieres sentirte bien, delgada como en las revistas y pretendes
conseguirlo de esa manera.
Te digo que te equivocas.
No se hace así. Pero no te importa.
Tú sigues en las tuyas. No haces caso a nadie, tu subconsciente te
domina, puede contigo.
Pero algún día entenderás esto que te estoy diciendo y te darás cuenta
de el gran error que estás cometiendo.
Te lo aseguro.
Que texto mas majo ,jiji me encanta tu blog, besitos desde:
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y pasate por mi otro blog tmbn porque tengo un gran dilema:
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